Cuenca del río Chico

¿Sabés cuándo llegaron los primeros pobladores a la cuenca del río Chico?

Las evidencias más tempranas de presencia humana en proximidades del río Chico datan de hace unos 12.800 años.

Proceden de un sitio a unos 60 km al norte de este río, del sitio La Gruta 1, ubicado en proximidades de un bajo lagunar que, en general, carece actualmente de agua.


¿De dónde venían y cómo vivían estos primeros habitantes?

Es probable que vinieran desde el norte, ya que se han encontrado otros sitios más tempranos en esa zona.

Eran cazadores-recolectores móviles, es decir, que se trasladaban entre distintos lugares a la largo del año.

Al igual que lo que ocurre en la cuenca del río Santa Cruz, estas ocupaciones habrían ocurrido en un momento más húmedo que el actual en la zona. En las imágenes se observan evidencias de niveles de playa antiguos, que muestran que habría habido mayor cantidad de agua en el pasado.

Para esta época, se ha recuperado la presencia de un vidrio volcánico negro, denominado obsidiana, que dado su pequeño tamaño, podría haber sido obtenido por los cazadores-recolectores en la fuente de esta materia prima ubicada a escasos 12 km al sur, denominada 17 de Marzo, la que identificamos en el curso de nuestras investigaciones. Dada la escasa distancia involucrada, los cazadores-recolectores podrían haber obtenido esta materia prima en el marco de sus actividades habituales.


¿Qué pasó posteriormente?

Después de esas ocupaciones iniciales, hay una falta de presencia humana entre hace 12.000 y 10.800 años. A partir de esta última fecha las evidencias de utilización humana de este espacio empiezan a ser más abundantes e incluyen no sólo al sitio La Gruta 1, sino también a otros sitios, como La Gruta 2, El Verano cueva 1 y La Martita cueva 4 (ver figuras). Estos dos últimos sitios, ubicados a aproximadamente 25 km hacia el noreste y norte respectivamente, fueron excavados por V. Durán (El Verano) y A. M. Aguerre (La Martita). Las ocupaciones de este período corresponden, de acuerdo con los datos paleoambientales generados por M. V. Mancini y G. A. Brook, a un período más húmedo. Para estos momentos, existe además evidencia de la presencia de fauna extinta (Mylodontino) en un alero grande, La Gruta 3, como muestran los sondeos iniciales y la ampliación de las ocupaciones realizada junto con el equipo de T. Goebel y K. Graff (Kansas University). Se están analizando las marcas que presenta para saber si fue utilizado o no por los seres humanos (ver figuras y acápite correspondiente a Fauna en Líneas de Investigación).

En el extremo sur del Macizo del Deseado, en las localidades de La Gruta y El Verano, se han encontrado escondrijos de materia prima que probablemente correspondan a este período, dadas las similitudes tecnológicas y de materias primas que presentan con artefactos similares recuperados para este período. Los artefactos de estos escondrijos estaban ocultos, dejados para ser utilizados en momentos posteriores. Ambos están compuestos mayoritariamente por materia prima de excelente calidad que no está disponible en el área y cuya fuente no ha sido encontrada aún y en los que se ha utilizado tratamiento térmico -las rocas se han sometido al calor- para mejorar su calidad. Si bien en ambos casos hay artefactos bifaciales (ver figura), existen, especialmente en el caso de aquél localizado en El Verano, otros artefactos. Estos artefactos bifaciales podrían haber constituido un reservorio de materia prima. Por otra parte, los análisis realizados referidos al tamaño de los artefactos recuperados mostraron que para este período los cazadores-recolectores ya conocían la fuente de obsidiana de Pampa del Asador, localizada a más de 100 km hacia el oeste. Para este momento, además, los cazadores-recolectores ya estaban confeccionando pinturas en el área, como lo muestran los hallazgos de Durán en la cueva de El Verano (figura).

Hace 8.700 años comienza en el extremo sur del Macizo del Deseado un período en el que no se detectaron ocupaciones humanas, que corresponde a un momento de aridez. El Macizo, por lo tanto, se abandona o se usa de una forma que no deja restos arqueológicos visibles. Es justo en este período en que el Macizo se abandona, en que aparecen las primeras evidencias de ocupación de los cañadones basálticos ubicados a más de 100 km al sur, que desembocan en el curso medio del río Santa Cruz (ver Cuenca del río Santa Cruz, margen norte).

El extremo sur del Macizo se reocupa durante un período húmedo pero, para este momento, las poblaciones tenían una nueva forma de manufacturar los artefactos, priorizando formas laminares (ver Lítico en Líneas de Investigación). De acuerdo con la información de Aguerre, estos artefactos serían muy frecuentes en la zona hace unos 5.500 años. El estado actual de las investigaciones no permite aún decir si se trata de una reorganización tecnológica porque se usa el espacio de otra manera o si podría deberse a una entrada de nuevos grupos humanos, que confeccionan sus instrumentos de otra manera. Esto último sería posible porque se trata de espacios amplios con baja cantidad de población.

Las manifestaciones rupestres en el sur del Macizo del Deseado son mayoritariamente de pinturas, como ya lo señalaron Aguerre y Gradin (figuras). Las investigaciones realizadas en el marco de nuestros proyectos de investigación, efectuadas por A. Acevedo y D. Fiore permitieron localizar más sitios y atribuir algunas de ellas a este período, como muestran los fechados que obtuvimos de manera directa sobre ellas. Como ya lo había señalado Gradin a fines del siglo pasado, las técnicas de ejecución de arte utilizadas en el sur del Macizo del Deseado son mayoritariamente pinturas y, en este sentido, son distintas a las que se encuentran en los cañadones basálticos que desembocan en el río Santa Cruz, donde abundan los grabados (ver cuenca del río Santa Cruz, margen norte).

Esta forma de vida cazadora-recolectora nómade continúa en la zona hasta poco antes de la llegada de los europeos. En este último período, los antiguos habitantes equiparon el espacio, construyendo estructuras que utilizaban para cazar a sus presas (ver Análisis espacial – GIS en Líneas de Investigación). El hecho de que estén agrupadas y que desde algunas de ellas no pueda verse la laguna cercana, sugiere la existencia de técnicas de acorralamiento y caza colectivas, como lo mostramos en un trabajo realizado con Vetrisano, Gilio, Cirigliano y Bianchi.

Para estos últimos momentos, las poblaciones humanas estaban ocupando no sólo el Macizo del Deseado sino los espacios abiertos y basálticos ubicados al sur y sudoeste respectivamente, como mostraron los fechados que obtuvimos. En estos espacios basálticos, como señaló Gradin, predominan los grabados, tanto piqueteados como incisos, aunque existe también pintura roja. En este sentido y, como manifestó Gradin, este arte se asemeja al de los cañadones del norte del río Santa Cruz. Para esta época, los antiguos habitantes confeccionaron también cerámica, que en algunos casos estaba incisa, como muestran las dataciones que obtuvimos en espacios abiertos ubicados a escasos 12 km hacia el sur del Macizo, en 17 de Marzo (ver Cerámica en Líneas de Investigación).

En esta zona se han identificado también raspadores confeccionados sobre vidrio industrial, los que son posteriores al contacto con los europeos y que señalan la continuidad en la utilización de técnicas tradicionales para el procesamiento de las pieles de animales, probablemente para la manufactura de quillangos o capas, como lo indican las fuentes escritas (ver Vidrio en Líneas de Investigación).